jueves, 1 de diciembre de 2011

Ambiguas divag(c)aciones

Cuando no se sabe cómo empezar un artículo se hace uso de los consejos de la escritora quien recomienda empezar con una entrada del diccionarios para simular en lo posible que se evitan las ambigüedades. El problema en esta ocasión radica en que es la misma ambigüedad, como palabra y más aún como adjetivo, la que se quiere comprender cual cubista ante la forma. No siendo esto suficiente, el problema aumenta cuando la exploración desborda las fronteras lingüísticas, para incursionar en lo social. Por lo anterior, el objetivo de todo este escrito ronda en la divagación sobre la ambigüedad en la situación en la que se desenvuelve la comunidad UPN gracias a su ambiguo rector. Una tesis que no es para nada original.Ambiguo, gua, del latín ambiguus, la define el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como algo, alguien, que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar por consiguiente, motivo a dudas. Para ilustrar el asunto no hay que ir muy lejos pues alguien ambiguo es nuestro rector Juan Carlos Orozco a la vez que algo ambiguo es el comunicado 015, 024, 002, 003, firmados por él y por los cuales hoy la universidad solo tuvo abierta la piscina.

Antes de pasar a desarrollar más a nuestro –por donde se le vea- ambiguo rector, daré una observación sobre la ambigüedad que encierra la palabra ambiguo, gua. Esto, sobre todo, para aquellas que no son hablantes del español o para quienes están en camino de aprender a escribir y a leer el español siendo esta su lengua materna. Cuando la palabra se refiere a un sustantivo, ambigüedad, se encuentra en ella la diéresis de pingüino o lingüística; en cambio cuando es adjetivo, ambiguo, la hermosa e inusual diéresis desaparece. Es una regla de la estructura profunda como es un profundo problema en el aula. Ese es el caso de los nativos quienes durante el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura dudan una y otra vez del conjunto g+u+vocal y diéresis: se lee //guerra// y no //güerra// Patricia; Se lee //Gu-a-ná-ba-na// y no //Ganábana// Javier. Y la niña o el niño o el señor y la señora, maquinen y maquinen para comprender por qué si la guanábana es su fruta preferida mientras que la guayaba es la que más odian, no pueden escribir ni leer la una ni la otra. Peor aún es cuando la profesora pronuncia //pingüino// y a la niña le toca hacer uso de toda su imaginación para darle vida a un animalucho que se llama pingüino, que tiene diéresis, alas, es medio pez, pero no vuela y vive quién sabe dónde. //¿Profe, donde tiene el pingüino la diéresis? ¿Encima de la cabeza? ¿Profe no entiendo cómo es que se escribe guiso, aguinaldo, guayaba y ambigüedad? ¿Qué es ambiguo profe?// En una situación ideal, la profesora llena de paciencia trae la foto de un pingüino, habla de la tierra del fuego donde no hay si no frío y hielo y, poco a poco, con toda su sabiduría, encamina a las estudiantes para que descubran que la regla para saber cómo escribir y leer palabras como ambiguo, ya la saben, no es nada nuevo. ¡Eureka! El otro caso, y ese si que es problemático, es cuando una profesora de español para hablantes no nativos tiene por objetivo enseñar la regla de la g+u+vocal y los casos en que aparece la diéresis. Esos detalles de fina coquetería hacen del español un reto neuronal. Después de todo, aprehender, escribir, leer y sustantivar lo ambiguo es difícil para un aprendiz y lo sigue siendo para el letrado cuando se trata de identificar si algo o alguien es ambiguo.
Todo lo anterior para empezar el difícil trabajo de comprender al rector y a la universidad que recuerdan las dificultades que muchos tuvimos para entender la g+u+vocal y en algunos casos diéresis. Vea usted que este artículo lleva cuatro días re escribiéndose y cada vez aparecen más dudas a la hora de intentar plasmar el cómo entender al rector ya que el señor, un tanto polifacético y diríamos hasta polí-discursivo, se puede interpretar de diferentes maneras lo que consecuentemente lleva a dudar y a preguntarse dónde tiene la diéresis de la ambigüedad el rector: ¿En sí mismo, en el Consejo Académico, fuera de la universidad?La primera imagen que logramos rescatar del rector es la de un señor sin rostro que en el pasado mandó comunicados para que hiciéramos uso del derecho a la manifestación pacífica y a que marcháramos como universidad. Claro, sin él como marchante. La segunda ocasión que nos llegó al recuerdo fue oportunidad de seguir dándole forma a su desconocida imagen cuando su voz fue escuchada en hora 20, ese programa donde 1 de cada 40 debates los invitados no son periodistas, políticos de la unidad nacional o personajes insoportables. En ese programa, dirigido por el audaz periodista Morales que aún se le escucha poner en duda el por qué marchamos los estudiantes, fueron invitados la ministra de educación, uno de los voceros de la Mane (Sergio Fernández) el rector de la universidad pedagógica y otro invitado que se escapa del inventrio. Ese día orgullosos muchos de la participación del rector se alcanzaron a escuchar: ¡Oooole! Ese Juan Carlos tiene a la ministra y su reforma por los cachos. Unos días después, cuando todavía ir a una asamblea eterna y con mal sonido era un parche, apareció el rector en medio del coliseo. Sin abucheos, con oídos atentos y en un sano ejercicio de participación, durante por 20 minutos la imagen del rector tuvo su puesto en el tablero de ajedrez pese a que se “ponía de presente” que era y es una ficha del gobierno; al parecer el rector tenía una apuesta de construcción de comunidad universitaria al estilo social demócrata: ni juzgar ni imponer. El asunto es que algunos llegaron a manifestar orgullo por el rector. Inclusive se le vio paseando por la universidad o presentando un evento de poesía en el que citó a la poeta y filósofa María Zambrano. El científico también es un humanista ¿Un intelectual a la cabeza de la universidad?
La buena imagen del rector, menudo cuerpo que tiende a convulsionar con un estornudo, llamó más la atención cuando se supo a viva voz que estaba trabajando con Razón Pública y Fenalprou para un foro sobre el derecho a la educación y las reformas a la educación en América Latina. Diez horas de auditorio y una asistencia masiva de la UPN fueron sin lugar a dudas, otro chulito para el rector. Sin embargo el día del foro ya se manifestaban voces de oposición al rector a quien señalaban como alguien que evadía el dar posiciones clara. ¿ La admiración de muchos era un espejismo? ¿Un oasis inexiste en el desierto? Igual el foro estuvo buenísimo.Llegó el 10 de noviembre y nos lavamos en la marcha; tres días después, tras la exitosa manifestación y la ganancia en la opinión pública, la MANE determinó la suspensión del paro y empeñar la palabra con Santos. Se dijo entonces que las universidades tendrían que negociar cada una las garantías para regresar a clases. Fue así que descubrimos que el rector era un superhéroe: con doble vida, doble traje y una doble partida política: de puertas para afuera democracia radical y de puertas adentro autoritarismo radical. El 16 de noviembre sin tener en cuanta las garantías que se ponían sobre la mesa para culminar el semestre, Orozco y el Consejo académico decretaron el reinicio de clases el 17 y sin decir diciéndolo su decreto fue una manera de desconocer la voz de estudiantes y profesores.Tras ello el rector cual camaleón se torno gris. ¿Qué pasó con ese de quien muchos pensaban estaba abierto al diálogo? ¿Ese hombre que expresaba confianza y que propiciaba que los argumentos fuesen la manera de quitarle a las legítimas protestas la capucha?Ahora el rector volvió a ser un fantasma que se reúne en el edificio P. Por ello no tardaron en aparecer las voces que alertaban sobre la ilegitimidad que hay detrás de la elección del rector ( y eso ocurre con todos los rectores universitarios en Colombia) de los vínculos que tiene con el anterior rector Ibarra a quien se acusa públicamente de corrupto, de las preferencias hacia el decano de Educación Física, etc.Aunque muchos de estos señalamientos pueden ser rumores y no es esta la ocasión para corroborarlos o desmentirlos, quedan muchas preguntas sueltas a la comunidad: ¿Qué clase de pedagogo es el rector? ¿Quién es en el escenario universitario? ¿Un títere? ¿De quienes? ¿Un hombre acosado por poderes externos/internos? ¿Un ser humano que se equivoca? ¿Un hombre siniestro? ¿Un hombre ávido de poder? ¿Un mal estratega? No lo sabemos todavía. Por ahora la ambigüedad es la única manera de explicar todo. De tras de ello sigue la confusión, las dudas, las malas decisiones la falta de claridades. El rector es ambiguo y todo lo que hace da razón de ello pues hasta ahora nos aclara por qué tomó las decisiones que tomó, por qué nos cierra las puertas cuando estamos en construcción de las mesas programáticas, por qué no pensó que sus acciones enfrentarían la comunidad ni por qué dilata las explicaciones y si en cambio le deja al año nuevo los problemas que como se ven las cosas, no llegarán con rebajas. Nos gustaría pensar que en la lista de deseos de fin de año el rector incluirá algo así como “ Deseo ser más asertivo con la comunidad y comprender en todas sus dimensiones que la UPN somos todos: estudiantes, profesores, trabajadores, directivas”PD: Que las divag(c)acciones sea la ocasión para vernos en un currículo alterno-alternativo navideño, que este tiempo nos alcance para hacer una hoja de ruta del otro año y que lleguemos en enero frescos, unidos, con trabajos adelantados, con mucha energía y con plan b, c, d y z. Esperen además noticias de la MANE, eventos y reseñas en in-fórmate. Por cierto estamos a la espera de sus escritos, por que aquí todos publicamos.

3 comentarios:

  1. Excelente articulo, me quedo con la duda del autor.

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  2. Que sigamos en nuestra vagancia, usando de excusa la suspensión para argumentar la no entrega de trabajos ni el trabajo autónomo.

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