Después de un mes y medio de vacaciones regresamos a las aulas y nos encontramos con un panorama jamás imaginado: las materias se mantienen mientras los profesores renuncian y se buscan apresuradamente remplazos entre los profesores de planta y otros docentes ocasionales. Entre quienes se mantienen, y son ocasionales, la moral está por el piso y entre líneas se sabe que se quedaron, bien por que tienen hijos y necesitan sobre toda la injusticia laboral mantener algunos ingresos o, porque nos sienten como sus hijos y prefirieron aguantar un poquito. Mientras que el resto, indignados por la falta de solidaridad de algunos de sus pares que son parte del grupo de planta, decidieron irse para empezar el año con el sin sabor de un sistema y una comunidad que prefiere callar y acepta la desigualdad laboral.
Para muchos estos problemas son el resultado del movimiento estudiantil pero para quienes hacen lecturas más profundas, si bien el paro del 2011 fue el detonante, detrás de todas la renuncias de profesores se devela el problema del gremio y es que los profesores ocasionales y de cátedra son apenas fichas sin tablero. La situación laboral de los profesores, por lo menos de nuestro departamento, en el que superan los 100, no son precisamente las óptimas: salarios por debajo de lo que se gana un profesor en la universidad privada o, incluso de un profesor en un instituto de idiomas, carga laboral y presión institucional desmedida, muy poca y nada beneficiosas alternativas de investigación, sobre cupo de cursos, doble y hasta triple jornada laboral. Súmenle a eso que esta gran mayoría no tienen voz ni voto, no les pagan las vacaciones y se quedan dos meses y medio por año sin salario.
Este panorama se remonta a las reforma de flexibilización laboral de Uribe y las nuevas maneras de contratación que han ido poco a poco desdibujando la calidad de vida de los maestros universitarios de Colombia y de los trabajadores en general. Es paradójico que pese a ello las convocatorias para lograr una plaza de ocasional o de cátedra en la universidad sean restringidas a quienes tengan estudios de maestría, competencias en otros idiomas, artículos publicados, presentaciones en foros, cartas de recomendación, experiencia en la docencia etc., etc. Por lo visto estudiar no paga pero si cuesta dinero y mucho tiempo.
El porvenir no es muy consolador. Al parecer la Universidad Pedagógica es cada vez es más ese lugar que sirve a sus trabajadores para alcanzar puntos en la hoja de vida y con ello encontrar en otro lugar una justa remuneración. De seguir así, los profesores por venir estarán siempre con la vida académica por fuera de la universidad y les enojará más y más los paros pues ello representará una carga y no una oportunidad de construcción de ciudadanía. Los profesores por venir al igual que los estudiantes estarán pensando más –en acabar esto rápido y ya- que en construir país desde la academia.
A todos los y las docentes ocasionales y catedráticos que en todo su derecho renunciaron, a los que todavía están entre nosotros, queremos darles un saludo y recordarles que aunque este sistema ha logrado que muchos opten por los valores del neo liberlasmo –individualidad y competencia- también somos muchos los que creemos en un mundo solidario. A todos ellos también queremos agradecerles por haber creído en la construcción de comunidad y en haber aportado al currículo alterno-alternativo, que a pesar del desconocimiento institucional, significó un eslabón en la formación política del departamento. Allí nos demostramos que no hay necesidad de expertos, que todos tenemos la capacidad y la posibilidad de indagar el mundo: por que otro mundo es posible.
PD: Esperamos además que esta crisis ponga alerta a todo el departamento sobre la falsa apariencia de la calidad de la enseñanza del departamento sustentada en el trabajo académico asistido y la reforma curricular. ¿Si TAA es contabilizado como horas de clase, porque no las tuvieron en cuenta en las contrataciones? Como comentaba un compañero de último semestre, este invento se hizo para aumentar la oferta de cupos de la carrera, desocupar salones y quedar muy bien frente a los pares académicos en la acreditación. ¿Quién fue el o la genio que le dio esta estupenda idea a Ibarra por unos pesos de más?
Para muchos estos problemas son el resultado del movimiento estudiantil pero para quienes hacen lecturas más profundas, si bien el paro del 2011 fue el detonante, detrás de todas la renuncias de profesores se devela el problema del gremio y es que los profesores ocasionales y de cátedra son apenas fichas sin tablero. La situación laboral de los profesores, por lo menos de nuestro departamento, en el que superan los 100, no son precisamente las óptimas: salarios por debajo de lo que se gana un profesor en la universidad privada o, incluso de un profesor en un instituto de idiomas, carga laboral y presión institucional desmedida, muy poca y nada beneficiosas alternativas de investigación, sobre cupo de cursos, doble y hasta triple jornada laboral. Súmenle a eso que esta gran mayoría no tienen voz ni voto, no les pagan las vacaciones y se quedan dos meses y medio por año sin salario.
Este panorama se remonta a las reforma de flexibilización laboral de Uribe y las nuevas maneras de contratación que han ido poco a poco desdibujando la calidad de vida de los maestros universitarios de Colombia y de los trabajadores en general. Es paradójico que pese a ello las convocatorias para lograr una plaza de ocasional o de cátedra en la universidad sean restringidas a quienes tengan estudios de maestría, competencias en otros idiomas, artículos publicados, presentaciones en foros, cartas de recomendación, experiencia en la docencia etc., etc. Por lo visto estudiar no paga pero si cuesta dinero y mucho tiempo.
El porvenir no es muy consolador. Al parecer la Universidad Pedagógica es cada vez es más ese lugar que sirve a sus trabajadores para alcanzar puntos en la hoja de vida y con ello encontrar en otro lugar una justa remuneración. De seguir así, los profesores por venir estarán siempre con la vida académica por fuera de la universidad y les enojará más y más los paros pues ello representará una carga y no una oportunidad de construcción de ciudadanía. Los profesores por venir al igual que los estudiantes estarán pensando más –en acabar esto rápido y ya- que en construir país desde la academia.
A todos los y las docentes ocasionales y catedráticos que en todo su derecho renunciaron, a los que todavía están entre nosotros, queremos darles un saludo y recordarles que aunque este sistema ha logrado que muchos opten por los valores del neo liberlasmo –individualidad y competencia- también somos muchos los que creemos en un mundo solidario. A todos ellos también queremos agradecerles por haber creído en la construcción de comunidad y en haber aportado al currículo alterno-alternativo, que a pesar del desconocimiento institucional, significó un eslabón en la formación política del departamento. Allí nos demostramos que no hay necesidad de expertos, que todos tenemos la capacidad y la posibilidad de indagar el mundo: por que otro mundo es posible.
PD: Esperamos además que esta crisis ponga alerta a todo el departamento sobre la falsa apariencia de la calidad de la enseñanza del departamento sustentada en el trabajo académico asistido y la reforma curricular. ¿Si TAA es contabilizado como horas de clase, porque no las tuvieron en cuenta en las contrataciones? Como comentaba un compañero de último semestre, este invento se hizo para aumentar la oferta de cupos de la carrera, desocupar salones y quedar muy bien frente a los pares académicos en la acreditación. ¿Quién fue el o la genio que le dio esta estupenda idea a Ibarra por unos pesos de más?